¿Para qué clases de religión en Costa Rica? – Revista Paquidermo

:: Andrey Pineda Sancho ::

La noticia publicada por el diario La Nación (22/02/2011) titulada “Un 43% de colegiales desistieron de llevar Religión” vuelve a poner sobre el tapete un problema que de ninguna manera es reciente, aunque muy probablemente en la actualidad se esté agudizando. Cuando el  43% de estudiantes se da de baja – con el consentimiento de sus padres – de la clase de religión, la duda que desprende el título del presente artículo queda más que justificada: ¿Cuáles son los motivos que hay detrás de esta deserción?

El director de Comunicación de la Arquidiócesis de San José, Mario Segura Bonilla ofrece la siguiente respuesta: “El joven, por el momento propio de la etapa que vive, anda en una búsqueda y eso le hace salir de los esquemas que especialmente hoy en día se marcan más institucionales y eso hace que, desdichadamente, prime la superficialidad”.

De esta forma el señor Segura psicologiza el problema y, con ello, renuncia a cualquier intento de pensarlo en su complejidad o de asumir algún tipo de responsabilidad ante el hecho. No ha considerado este señor – o sí y no lo dice – que a lo mejor la “superficialidad” que irresponsablemente le endosa a la juventud podría tener que ver más con las características de la cultura costarricense de hoy que con el adolecer “propio” de la etapa en la que se encuentran los y las jóvenes.

A la Iglesia Católica costarricense – y en este caso a su vocero oficial – se le olvida – quizá convenientemente – que la sociedad costarricense no es ni cultural ni religiosamente homogénea, y si bien nunca lo ha sido, lo cierto es que en la actualidad la diversidad es imposible de ocultar[1]. El imaginario de la Costa Rica blanca, católica, campesina, heterosexual… no se sostiene más, sin importar cuántas artimañas traten de implementar los grupos que han visto amenazado su capital cultural en los últimos años. En el ámbito religioso, por ejemplo, las encuestas de los últimos veinte años así lo confirman. No sólo ha disminuido la cantidad de personas que se confiesan católicas sino también, y todavía más drásticamente, el número de practicantes regulares. Por contra, de las encuestas se desprende un aumento en el número de personas evangélicas (del 10,2% en 1991 al 17% en el 2009), y también de las personas que se declaran “sin religión” (del 3,5% en 1988 al 9,1% en el 2009)[2].

El pluralismo parece ser el rasgo más sobresaliente de la cultura actual, sobre todo en lo que a religión se refiere. El catolicismo monopólico ya no es una opción viable en la sociedad contemporánea, aún cuando – como en Costa Rica – sea la religión oficial del Estado. Su hegemonía ya no está garantizada. Ahora bien, en medio de un contexto plural: ¿Cómo debe comportarse la educación pública? Pues acorde con ese pluralismo, como debió haberlo hecho siempre. El sistema educativo ha tendido –y lo hace aún-  a la homogeneización cultural, por ende, ha operado bajo una suerte de desprecio e invisivilización de la diversidad. En lo religioso, por lo menos en algún momento, esto se justificó en virtud de la aplastante mayoría católica; no obstante, como expusimos anteriormente, en la actualidad ésta no es ya una justificación válida (en realidad creemos que nunca lo fue). Ante una diversidad de creencias y de formas de ser, lo mínimo que le corresponde a la educación formal es respetar y promover esta pluralidad de identidades.

Pero, lamentablemente, la enseñanza de la religión en nuestro país es confesional, representa, en términos generales, la antítesis de una educación respetuosa y promotora de la diversidad religiosa y cultural. Para muestra un botón:

Según la nota de La Nación el sacerdote Segura “insistió en que la clase de Religión es importante porque procura rescatar los valores”. ¿Pero a cuáles valores se refiere? Sin duda a los católicos, ni siquiera podemos decir que a los cristianos (por más que la Iglesia Católica pretenda ser la única expresión del movimiento histórico cristiano). Prueba de ello es que no se ofrece ninguna alternativa seria para quienes – en todo derecho – deciden no tomar la clase de religión[3], como podrían ser, por ejemplo, clases de humanismo secular, filosofía, ética, historia de las religiones (y del ateísmo), o bien, teología sin más.

Consideramos que, aún cuando obstinadamente se insistiese en mantener la enseñanza de la religión, al menos sería sensato orientarla desde una perspectiva no-confesional. Podría comprender, por ejemplo, la historia de las “grandes religiones” (sin omitir sus abusos), haciendo especial énfasis en lo que tengan de ecuménicos y humanistas sus respectivos sistemas axiológicos. De la misma forma, podría – más bien, debería – acercarse a las tradiciones espirituales vinculadas a los pueblos originarios de América, por ejemplo la maya, culturalmente tan cercana a nosotros. Sólo por mencionar algunas alternativas.

Sospechamos que a la jerarquía católica poco le importarán estos argumentos. Poco le interesa la promoción y el respeto de la diversidad. Más bien, añora los tiempos del antiguo modelo de cristiandad. Sin embargo, lo quiera o no esta institución, y por más que se cobije bajo el artículo 75 de la constitución política, la deserción continuará aumentado, de la misma forma que seguirá en aumento su perdida de influencia y poder dentro de la sociedad costarricense.

Nos preguntamos qué pensaran al respecto los y las jerarcas del MEP. Es difícil que la Iglesia Católica renuncie a sus privilegios, pero ¿qué excusa tiene el Ministerio de Educación para mantener la enseñanza confesional de la religión? Podríamos ensayar varias posibles respuestas; no obstante, sería más interesante escuchar alguna proveniente de alguien con autoridad dentro del Ministerio.


[1] En algún momento se trató –con algún éxito – de invisibilizar, bloquear, o incluso borrar del mapa. Sin embargo, ahora es mucho más evidente y, valga la redundancia, diversa.

[3] De acuerdo a la nota de L.N “En teoría, quienes no reciban Religión deben permanecer en el aula haciendo otro tipo de trabajo académico, pero muchos no lo hacen”.

Publicado el 21 de abril en Revista Paquidermo

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Aprovechamos para compartirles una guía didáctica para una enseñanza de la religión no-confesional elaborada por el ya fallecido teólogo español Juan Bosch Navarro. La misma va dirigida a profesores y profesoras de enseñanza de la religión de la del municipio de Valencia (España) y fue impulsada por la misma «Conselleria de Cultura, Educació i Ciència«, particularmente por la ‘Dirección General de Ordenación e Innovación Educativa y Política Lingüística’ de dicho municipio. En  la introducción de la guía se señala:

Las enseñanzas de Religión tienen un carácter confesional. Este libro aborda el estudio de las religiones y de su influencia en la cultura, proponiendo como alternativa a las enseñanzas de Religión unas actividades de estudio que se aproximan al hecho religioso de un modo no confesional y que prestan un interés particular a la relación religión-cultura.

Esta guía resulta un perfecto ejemplo de cómo debería efocarse una enseñanza de la religión, desde una perspectiva no-confesional, intercultural y respetuosa de la diversidad. Para todas aquellas personas interesadas en este material, pueden descargarlo a continuación: Culturas y Religiones – Juan Bosch

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